Dime para qué sirve el dinero y te diré quién eres.
Una realidad es que no sabemos para qué sirve el dinero. Es cierto que es un medio para vivir, pero solemos confundir la calidad de vida con cantidad de gasto; somos malos para ahorrar y nos dejamos llevar por las emociones rápidas y la satisfacción o placer “instantáneo” que nos produce el poseer cosas… finalmente ya quedamos en que hoy vivimos en un mundo exprés, donde todo tiene que ser rápido, nada a largo plazo.
En ocasiones ni siquiera tenemos todavía el dinero en nuestras manos y ya tenemos todo un plan maestro de cómo lo vamos a gastar en ser felices, aunque sea por corto plazo; o quizás a la inversa, es decir que no tenemos el dinero y ni siquiera sabemos de dónde lo vamos a sacar pero ya tenemos en la mira lo que deseamos poseer. ¿Te suena el tema?
El dinero sirve para que trabaje por nosotros, no nosotros para él; para esto tenemos que invertir nuestros dinero en activos –negocios que generen dinero- y dejar de gastar en los tentadores pasivos –videojuegos, revistas, artículos de colección, etc.-
Si el dinero no sirve para compartirlo con los demás, entonces ¿para qué sirve?
Esta es la idea de Warren Buffett, que ocupa el cuarto lugar de personas más ricas del mundo según la afamada lista de Forbes. Warren es un empresario estadounidense y el mayor inversionista a nivel mundial – sus giros comprenden desde la joyería más exclusiva hasta los ladrillos más económicos- Él donó $31 mil millones de dólares para caridad.
Y yo coincido con su idea:
el dinero es para compartirlo.
Monomanías, fantasías, paranoias y demencias de los nuevos ricos.
En un escaparate de Louis Vuitton, en ave. Masaryk, Polanco, hay diminutas carteras de más de 12 mil pesos. En la misma banqueta, unos metros adelante, un tipo vende unas iguales por 250 pesos. Resulta que como tienen el mismo color que las del escaparate, y además el mismo diseño y hasta el mismo logotipo pues llega la policía. En un mundo justo y sensato se llevaría detenido al estafador que no tiene escrúpulos. En este, nuestro mundo, se llevan preso al vendedor callejero por incomodar a los nuevos ricos con su realidad más que escandalosa: el verdadero precio de las carteras.
A los ricos de abolengo, esos de toda la vida y muchas otras vidas atrás, les importa un cacahuate que la gente común compre falsificaciones o imitaciones, ellos están en otra dimensión: consumen productos imposibles de imitar. Entonces ellos no son los que llaman a la policía para que arreste a vendedores como el que referimos. Son los nuevos ricos, los que no tienen pedigrí y menos abolengo, los que se hicieron ricos en un golpe de suerte y nunca ha tenido una familia poderosa en el pasado ni una educación aceptable.
Ellos son ricos apanicados de perder un estatus que no es suyo del todo. Entre las múltiples paranoias de los nuevos ricos se encuentra el tener que aceptar que personas pobres y sin suerte compren sus mismos juguetes y fantasías.
A un nuevo rico no le importa la calidad de las cosas, lo que le importa es la garantía de que nadie más que ellos pueden conseguirlo. Comprar marcas reconocidas implica dejar clara la brecha que ahora los separa de su vida anterior.
Hace muy poco que eran ellos los envidiosos de los ricos verdaderos, eran los resentidos, los que fisgoneaban en la vida de los otros… por eso ahora viven desesperados por no caer nuevamente en su miseria.
Parecen decir: prefiero que me roben el dinero que hoy me sobra y no que me quiten mi nueva autoestima… porque de eso tengo poco.
Sin duda alguna, son los "nuevos ricos" los que por lo general, gustan mas de presumir que de demostrar. (: Me dejaste con muchas ideas con tu comparativa de las carteras Louis Vuitton
ResponderBorrarBuena entrada, da gusto leer ideas nuevas y con una visión inteligente y actual.
ResponderBorrarJorge Vall.