miércoles, 29 de enero de 2014

La Culpa, familia y sacrificios...

¿ Culpa ?

El que tiene una deuda pendiente es culpable, claro que para ser deudor hará falta siempre un acreedor.  Esto expresó Nietzsche referente al sentimiento de culpa en los humanos.  
La culpa tiene un origen teológico, pues el pecado, es decir la culpa, es en esencia de carácter dialógico, únicamente se peca contra Dios. 

¿Y si quitamos a Dios contra quién o qué se pecaría a la hora de pecar?

El antropocentrismo freudiano, que sitúa al hombre como centro del universo y que ahora llamara “Yo y Superyó”  a los antes denominados “acreedor-deudor”, llegó para ocupar el lugar del teocentrismo, doctrina en la que Dios es el centro del universo.  

Perder el sentido original de pecado no ha liberado al humano de la culpa.

¿Por qué?   

Porque la culpabilidad tiene su procedencia en la existencia... ¡Sentimos ser culpables por existir! Absolutamente todos nuestros fracasos existenciales, así como los planes o proyectos cancelados sin llegar a buen fin, son un detonador infalible para la culpa según Martin Heidegger, quien influyó en toda la filosofía del existencialismo del siglo XX.

¿Pero de qué y por qué somos culpables?  

Sigmund Freud dijo que los sentimientos de culpa son derivados del miedo ante la autoridad, ya sea paterna (y/o materna en nuestros días) o social. Según su teoría, el mal es algo que deseamos profundamente, o sea el placer, y al reprimirlo en nuestro subconsciente resulta un sentimiento de culpa.

“La culpa es una disculpa”, dice Fernando Colina (Valladolid, España, 1947) que es psiquiatra e investigador prestigiado en este campo profesional de la salud mental, y que también es reconocido como excelente ensayista. 

Y yo estoy de acuerdo plenamente con esta idea.

La irresponsabilidad, tan característica del hombre actual, es la razón de que la culpa que se manifestaba al pecar, la culpa teológica pues, no se haya extinguido. La responsabilidad asumida es la culpa mundana, profana, terrenal o civil, una culpa que no se fundamenta en recibir sanciones extremas, sino que castigará con el rechazo de la sociedad o la aplicación de las leyes y sus consecuentes sentencias a cumplir. 

Paradójicamente la falta de responsabilidad y de asumir compromisos son los autores - promotores tanto de la angustia como de la culpa contemporánea. ¿Qué tal ?

Sentir culpa es una emoción altamente destructiva, paraliza la iniciativa, mata la creatividad.  Todos conocemos a alguna persona que tiene una vocación suprema por la culpa, y es así como no sólo se siete mal por lo que ha hecho en su vida, sino también por lo que podrían llegar a hacer ellos mismos u otros en consecuencia de aquel acto pasado. Este tipo de persona tiene cero autoestima y por lo tanto no sienten merecer amor o reconocimiento y menos aún las gratificaciones que pudiera brindar la vida misma por lo que se dedican a auto castigarse y sabotearse la existencia.

Ma-ni-pu-la-ción: este es el quid del arte de hacer sentir culpable a los demás… ya sean hijos, alumnos, empleados, feligreses, seguidores, amigos, familiares, etc.

Las empresas, sobre todo las grandes franquicias internacionales, son realmente expertas en sembrar sentimiento de culpabilidad en sus empleados.  Los nombran colaboradores o asociados y ya con esto les pesará enorme la responsabilidad de que el negocio tiene que funcionar bien.  Ahora, como ellos son parte del negocio tienen que sacrificarse por el bien del mismo: mucho trabajo, mucha responsabilidad y poco sueldo… porque así todo el sacrificio vale la pena a favor del negocio y su prosperidad,  del que ya quedamos ellos son parte, si fallan no sólo afectan al la empresa y a ellos mismos sino que también a todos los involucrados laboralmente.
   
Los familiares también son muy intuitivos en el arte de hacer sentir culpable a otro miembro del núcleo, a que no es lo mismo decirle a un hijo “se nos olvido sacar la basura” a “no sacaste la basura”; en la segunda afirmación va directo sobre lo irresponsable que el acusado ha sido al olvidarlo.

Y bueno, ya ni hablamos de los expertos fundadores del arte de sembrar culpa a diestra y siniestra: las religiones, de los cuales se han pirateado muy bien las técnicas los hoy tan difundidos centros de desintoxicación, grupos AA y sus variantes de Neuróticos Anónimos, Comedores Compulsivos, Dependientes Anónimos, etc.

La familia.

En México la familia actual tiene un papel fundamental en el desarrollo social, siendo la institución donde radican las bases morales y de convivencia. Se define a la familia,según Louro Bernal, I (2001), como “la célula fundamental de la sociedad, siendo una importantísima forma de organización de la vida cotidiana personal, fundada en la unión matrimonial y en los lazos de parentesco, en las relaciones multilaterales entre el esposo y la esposa, los padres y sus hijos, los hermanos y las hermanas, y otros parientes que viven juntos y administran en común la economía doméstica”.

En las últimas décadas el concepto de familia ha ido cambiando, se entendía como un grupo que luchaban por los mismos intereses comunes y ha cambiado radicalmente en sus actores protagónicos primarios: hoy las mujeres son las forjadoras de los nexos familiares.  Una familia es percibida ante la sociedad como un modelo de calidad y no como un grupo de vinculación social.

“Desde el punto de vista psicológico podemos decir que la Familia: Es la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia”. (Ares Mucio, Patricia. Mi familia es así.- La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 1990)

Y bueno, la familia al parecer siempre está ahí como una opción, un dilema o disyuntiva, siempre será una elección ante un entorno altamente competitivo colmado de individualismos, fracturas, riesgos, etc. 
Por  otro lado pareciera la fórmula conocida para un proyecto de vida en común, y nada más que eso, pero por el otro se revaloriza total y genuinamente al representar confiables y disponibles asideros de apoyo en la adversidad de la soledad, temores e incertidumbres.


Sacrificio

Las acciones que realizamos con amor y desde el amor son placenteras, sacrificar algunas cuestiones personales no pesa ni molesta cuando es de esta manera y por consiguiente tampoco ejerce los sentimientos conflictuados que genera el sacrificio.

El sacrificarse por alguna causa o persona provoca una opresión interna, rencor, enojo, molestia , etc. El sacrificio por los demás es aprobado y aplaudido socialmente, siempre ha sido un concepto alentado por las religiones y si incluye una buena dosis de sufrimiento hasta de virtud es calificado (idea muy Calvinista).

Se realizan sacrificios por los hijos, los padres, la pareja, los amigos, por el trabajo o la empresa que da trabajo, por alguien enfermo, por el bien de una comunidad, etc.  El listado podría ser interminable y únicamente refleja una acción mal enfocada del Ego.  

El sacrificio es la anestesia previa a la manipulación: una madre que deja su vida personal por atender a los hijos, usará su postura como más que válida para exigir algo de ellos; la pareja que cambia rutinas y actividades por el otro tratará después de exigir lo mismo.

Es una falacia, cuanto más se sacrifica la persona por los demás, más les acostumbra a que este comportamiento es lo normal y por lo tanto no merece ningún
reconocimiento especial... como siempre hay excepciones, pero pocas.