domingo, 23 de febrero de 2014

José Emilio Pacheco, Bildüngsroman y nuestro sacro santo idioma.




Bildüngsroman, la novela de formación.


El término alemán refiere a un tipo de novela narrativa en donde el personaje principal será alguien muy joven,  describiendo las situaciones y experiencias de vida que van a trastocar  su imagen ante sí mismo y ante su entorno inmediato.  Una característica de la novela de formación es desempeñar un cometido propedéutico, sea este un modelo a imitar o a rechazar.

En México la novela de formación o educativa  es una temática exitosa y de gran demanda, a ella recurren tanto autores como lectores-consumidores.  Son lecturas apasionantes, de esas que se consiguen de algún modo azarosos y su lectura es casi obligada a realizarse en la clandestinidad.

En el desarrollo de la trama tendremos claro como los personajes presentan una evolución en aspectos morales, éticos o psicológicos y será esta temática el argumento envolvente, y no así los hechos o circunstancias que rodean la historia.

Las novelas de formación son individuales y subjetivas, así es como consiguen adentrarnos, permitiéndonos  curiosear, entrometernos, hurgar en las nuevas emociones que se generan en mente y cuerpo del protagonista.  El despertar sexual es otro de los temas recurrentes  en este tipo de literatura juvenil, ya que descubrir las sensaciones de enamoramiento y la ebullición de hormonas son acontecimientos que definen el paso, tortuoso, de abandonar la niñez.



Adiós niñez, bienvenido el caos.






Debutar en la juventud implica el conflicto, y la ambigüedad siempre presente, de diseñar una identidad en toda una gama de sentidos: físicos, intelectuales, sexuales, éticos, morales, afectivos, sociales, etc. 








La identidad o personalidad del adolescente se desarrollará mediante los valores que éste incorporé a su Yo. Aquí se darán drásticos cambios cognoscitivos: la capacidad de pensar, imaginación y juicio le darán un nuevo estilo de razonar. Inspeccionar y transformar intencionalmente su pensamiento es la práctica aprendida, mediante la repetición de hechos logran memorizarlos completamente, serán más prudentes en la elaboración de juicios; rechazarán las antiguas pautas, y límites; al ejercitarlo constantemente descartan las actitudes habituales y se transforman en mentes creativas.  













¡Jesucristo vencedor aplaca tu ira y tu rigor!   Vs.     WTF


México es dual, cambiante y ambivalente culturalmente hablando; hasta los años 80´s  este país quería ser visto, por propios y extraños, como un ícono de resistencia ante la invasión idiomática y de estilo de vida del vecino del norte.  Pero la realidad es que siempre ha estado ahí y esa filtración no sólo incluye la música, los deportes, moda, gastronomía –que ya es mucho decir-, sino una progresiva dependencia económica impulsada, aún más, con el TLC.

Un montón de términos, modismos y demás tenemos incrustados en nuestro sacro santo diario idiomático: ándale OK; que si LOL; bien Cool; gotcha (te agarre);  ain't; que si WTF,  acrónimo que significa ¡qué diablos!, What The Fuck; HD, DVD, WiFi, On, spoiler, cliffhanger, internet, clip, sorry, please, stop, full, off, taxi, video, jeans, etc.

























¿Pero realmente qué implica el uso de estos términos en nuestra lengua de hoy… porque ayer tampoco era lo que es ¿verdad?   

¿Son invasivos, deformantes y amenazantes o podemos suponer que son otra forma   –contemporánea-  de enriquecimiento?  

¿Padecemos y somos víctimas de la invasión gringa o será un tópico únicamente?





La cultura va y regresa, se mezcla… pienso que es erróneo suponer que EU nos coloniza culturalmente; las culturas  se fusionan, se incorporan y buscar incorruptibilidad en un mundo donde las comunicaciones son vertiginosas, es una ficción y un error nocivo para la población.

Es imprescindible que los países tengan acceso a una diversidad cultural y está será el resultado de las mezclas.  Quizás nos quitaríamos de juicios erráticos tratando los asuntos culturales como eso y  no manipulándolos como abanderados políticos o nacionalistas.



Acamapichtli  Müller   y   Natasha Xochímitl.



En el Instituto Nacional de Estadística aparece un listado con los nombres más comunes en México: Alejandro, seguido de Juan Carlos, Miguel Ángel, Eduardo y Fernando. En mujeres: Gabriela, María, Adriana, Alejandra, María Guadalupe.  Tiene una nota que dice: Una constante que se dio en México fue el de los nombres extranjeros, sobre todo en provincia, como Bryan, Kevin, Acsel o Axel, Yahir o Jair, Junior, Jael, Giovanna o Giovanni. 



¿Es el nombre propio un asunto de identidad nacional?

  
Opino que no, que es cuestión de gusto… y ya quedamos que en gustos se rompen géneros -y esquemas-  En comunidades indígenas se registra a los  niños con el nombre del protagonista de la telenovela del momento, esto es cada día más común.  Cuando las comunidades tienen acceso a los medios de comunicación se dará ese fenómeno, únicamente los pueblos aislados conservan su identidad pura.








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